Hace 20 años se presumía que se habían extinguido, pero gracias a los esfuerzos de los conservacionistas, que lograron encontrar a unos pocos sobrevivientes y aumentar su población, el mundo no se quedará sin las tortugas de techo birmanas (‘Batagur trivittata‘), que habitan en ríos y son famosas por su sonrisa permanente.
Los científicos cantan victoria: ahora el número de estas tortugas asiáticas ha aumentado hasta alrededor del millar en cautiverio, y algunos representantes de la especie ya han sido puestos en libertad y han regresado a su hábitat natural en Birmania en los últimos cinco años.
El herpetólogo de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés) Steven G. Platt comentó a The New York Times que estuvimos cerca de perder a este animal para siempre: «Si no hubiéramos intervenido cuando lo hicimos, esta tortuga simplemente se nos habría ido».
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